Una vez más, nuestros amigos de AWA nos invitaron a pasar unos días en familia en su maravilloso hotel. Por lo que aprovechamos la ocasión y partimos a disfrutar de un fin de semana de desconexión en Puerto Varas.
Para los que no lo conocen, AWA es un hotel boutique que se destaca no solo por su arquitectura, construido con materiales nobles, hormigón y acero, múltiples ventanales que entregan la mejor vista al lago, y una decoración de película, sino que entrega toda una experiencia a los huéspedes que lo visitan. El agua, tal como lo indica su nombre, es el elemento protagonista de este hotel boutique, que se caracteriza por su enfoque sustentable, no utilizan plásticos, la calefacción es a través de leña, y tienen un sistema de reciclaje eficiente para no contaminar con los desechos que producen, todo sumado a una atención de primer nivel y personalizada.
Tomamos el avión con todo el familión, incluida la chica de solo 4 meses, rumbo a Puerto Montt. Sabíamos que el clima no nos iba a acompañar mucho, pero las ganas de aire puro, verde y desconexión eran más grandes. Como era de esperar, Puerto Montt nos recibió con lluvia, así que tomamos el auto rápidamente y partimos tumbo al hotel.
Como siempre la recepción fue de lujo, no nos demoramos más de 10 minutos en el check-in para luego llevarnos a la habitación familiar, 2 piezas conectadas entre sí pero independientes, una para los niños y otra para nosotros. Ambas piezas maravillosas, con una vista HD al lago Llanquihue, la nuestra además con un jacuzzi espectacular, además de una cunita para la enana. Todo predispuesto para un merecido descanso. Como decía, la decoración de este hotel es fuera de serie. Queriendo incorporar la cultura y arte local en las instalaciones, cada una de las 15 habitaciones alberga un cuadro de la destacada artista chilena Matilde Pérez, además de telares mapuches que complementan la decoración y mobiliario, donde predomina la madera y la piedra volcánica.
Luego de ordenar y acomodarnos, bajamos al comedor para cenar. El menú que ofrece el hotel consta de 2 entradas, 2 fondos y 2 postres, todo bajo una cocina 100% de autor comandada por el chef Jorge Díaz, quien utilizada únicamente productos de la zona y de la propia huerta del hotel. Esto no solo se agradece sino que se destaca en cada una de sus preparaciones, la frescura y los sabores son verdaderamente inconfundibles, y encantó a todos, incluso los más mañosos. Después de esta cena increíble, estábamos cansados y como queríamos disfrutar el día siguiente, aprovechamos de volver a nuestra habitación y descansar.
La lluvia nos despertó bien temprano a todos, al igual que el hambre, así que nos levantamos y fuimos a disfrutar del exquisito desayuno buffet que ofrecen todas las mañanas. Pan recién salido del horno, huevos de campo de sus propias gallinas, frutas naturales, granola casera, mermeladas de la zona y un sinfín de cosas dulces nos esperaban. Nos devoramos todo mientras comenzamos a planificar lo que haríamos en el día.
Decidimos partir por una mañana de spa con los niños en la piscina temperada y el jacuzzi, y luego nos deleitamos con unos masajes de relajación con piedras calientes, mientras los niños seguían disfrutando de la piscina.
El uso del spa está incluido dentro de la tarifa del hotel, lo que se agradece cuando el tiempo no acompaña, y es toda una experiencia. El masaje corporal a base de miel de abeja de la zona es un hit y un verdadero regalo para el cuerpo, ya que activa el sistema nervioso y desintoxica el cuerpo. Este espacio cuenta además con sauna, baño a vapor y piscina de hidromasajes, todo lo necesario para disfrutar de un momento de desconexión total.
Después de esta merecida mañana de relajo fuimos a caminar por el hotel, aprovechando que la lluvia se había detenido, y fuimos al muelle a disfrutar de la espectacular vista al volcán y ver las tradicionales competencias de patitos en el lago. Luego, realizamos un paseo por la huerta que tiene el hotel, que de verdad es una maravilla, tienen todo tipo de hortalizas, verduras, hierbas, para realizar cada una de sus preparaciones. No por nada sus ensaladas son lejos las mejores de la zona.
El hotel cuenta con una playa y muelle privado, lo que permite realizar actividades náuticas, como kayak o stand up paddle, ideal para los meses de verano. Además, ofrecen una serie de excursiones, realizadas por guías profesionales, para realizar con niños o en pareja por los alrededores de Puerto Varas y el Lago Llanquihue.
Terminando el paseo, aprovechamos de tentarnos nuevamente con la comida del restaurant, y nos fuimos a almorzar y deleitar con todas las delicias, ricas y saludables que ofrecen a la hora de almuerzo.
Luego de una mañana de relajo y almuerzo de primera, fuimos a pasear a Puerto Varas. En el camino hay algunas paradas que vale mucho la pena hacer, como visitar una lechería y quesería y comprar alguno de sus productos, además de una iglesia preciosa en medio del campo. Una vez en Puerto Varas, visitamos el famoso museo Ferroviario y el museo Pablo Fierro, dos imperdibles de esta ciudad, para terminar la visita disfrutando los exquisitos helados de la Gelatería Pudu, mientras caminábamos por la costanera de Puerto Varas.
De vuelta en el hotel, aprovechamos de cenar una vez más las delicias del restaurant, para luego volver a descansar a la habitación, ya que nuestro vuelo salía temprano. Fue una estadía increíble, y los niños disfrutaron a concho el fin de semana sureño. Y aunque fue un viaje express, lo bueno es que siempre uno queda con ganas de volver a AWA, por lo que una vez de vuelta en Santiago empezamos a pensar nuevamente en otra escapada a este maravilloso hotel.